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Producto de la última camada del padrillo Agnes Gold, la potranca de físico importante corrió expectante y desplegó una atropellada imparable en la recta final de San Isidro, para ganar en el tradicional cotejo para debutantes

Una característica de los caballos del stud brasileño RdI, que se repite en buena parte de sus carreras, es la de actuar a la expectativa y jugar las cartas en un final de atropellada, una especialidad en los clásicos sobre el césped. No Fear, la potranca de 2 años que el sábado ganó el Clásico Juan Salvador Boucau (1500 m), se ajustó al libreto para ganar por ¾ de cuerpo ante Mighty Miss (Daniel Boone), en un final que fue más cómodo que ese margen.

Lo analizó Alfredo Gaitán Dassie, su entrenador: “No Fear dejó una imagen excelente; los tiempos siempre son relativos pero el de la potranca fue mejor que el de los machos en los dos Zubiaurre. Además ganó parando, [José] Espinoza levantó más de 20 metros antes del disco, fueron ¾ de cuerpo mentirosos”. Al cuidador no le gustó el final del clásico en el que el aprendiz, al que le sostiene con confianza, aflojó el cuerpo y permitió que se redujera la diferencia final.

“Le dije al chico que no tiene que hacer eso porque por ahí sacás de ritmo al caballo y después le cuesta arrancar cuando ve que viene otro”, explica Alfredo. “Él me escucha y a veces hay que perdonarle cosas porque es un aprendiz y ha ganado muchas carreras para nosotros, le damos confianza con buenos caballos, ganó un Grupo 2 con Pozo de Luna y va a correr un Grupo 1”, continúa. Nadie mejor que un ex jockey para darle consejos.

Sobre la potranca, concluyó: “Da motivos para ilusionarse, tiene físico y  mansedumbre, hace todo bien”. No Fear fue la que registró el peso corporal más alto entre las diez competidoras del Boucau, con 486 kilos, un físico voluminoso que no le impidió venir en el fondo en línea con su compañera No Words (Fortify), salir de los palos a poco de entrar en la recta final y atropellar sobre las posiciones de la puntera Es Dibujada (Il Campione), de Edict (Il Campione) y Luz Delito (Lizard Island), a las que superó en los 300 metros. Luego, lo que no conformó a Gaitán Dassie: un par de palmadas de Espinoza antes de los 50 finales mientras la escolta descontaba.

La generación 2020 es la última que dejó Agnes Gold, el padrillo japonés que tantos éxitos le dio a RdI en su estancia en Brasil y murió hace casi un par de años. “Un tremendo padrillo”, califica el entrenador que se destacó con las caballerizas brasileñas en la Argentina. “Sus hijos son diferentes, dóciles, les pedís y van y van”, redondea. “Estos caballos que están saliendo ahora ya fueron domados en Pilar, en el campo que se arrienda a La Quebrada, gracias a un gran trabajo de Pico Borges [manager]. Mando seguido caballos allá ante cualquier  problema; el hotel está ahí. Siguen invirtiendo, haciendo reformas en una tierra que no es propia”.

Gaitán habla de quienes confían en él, es cierto, pero es inevitable coincidir.

por Gustavo S. González

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